Microsoft ha presentado recientemente una nueva forma de usar Windows 10 (y 11) basada en la nube. Hablamos de Windows 365, una propuesta que permite acceder al sistema operativo (SO) completo desde prácticamente cualquier dispositivo usando tecnologías cloud. Conceptualmente no es demasiado diferente a Microsoft 365: en vez de instalar las aplicaciones de Office en nuestro equipo local y físicamente tangible, accedemos a estas usando un navegador y entrando con nuestras credenciales.
Con Windows 365, en vez de instalar Windows 10 en nuestro portátil u ordenador de sobremesa, accedemos a un equipo en la nube donde está instalado el SO. El concepto es similar al de Microsoft 365, pero con una sutil diferencia: si con este último la configuración de hardware no es relevante (asumimos que las aplicaciones van a funcionar correctamente en cuanto a rendimiento), en Windows 365 tenemos que definir qué preferencias tenemos, lo cual impacta de forma directa en qué podemos hacer.
Qué es Windows 365: un PC en la nube que no pesa ni ocupa tamaño
Esencialmente, Microsoft ofrece con Windows 365 un ‘dispositivo’ al que los usuarios se conectan remotamente, ya sea a través de un navegador, de la interfaz de acceso o de conexiones de escritorio remoto.
De esta manera, la empresa estadounidense se ocupa de mantener el equipo siempre ‘enchufado’, así como de asegurar que los recursos asignados, como la memoria, el procesador o el almacenamiento, están disponibles cuando los necesitamos. También gestiona la licencia de Windows 10, que será Pro en la versión de Empresa del servicio, o bien la opción Enterprise.
La mayor diferencia entre ambas está en la posibilidad de gestionar los equipos Windows 10 de forma centralizada con Microsoft Endpoint Manager en el caso de la versión Enterprise. La otra alternativa se parece más al programa que usamos cotidianamente.
Una vez iniciada la sesión, accedemos a un escritorio convencional de Windows 10 donde podemos instalar aplicaciones y usarlas, así como trabajar con archivos, navegar en internet (desde la conexión que nos ofrece Microsoft, donde obtenemos velocidades superiores a 1 gigabit por segundo en bastantes ocasiones) o realizar cualquier tarea que hagamos con nuestro ordenador habitualmente.
Ventajas e inconvenientes de Windows 365
Con Windows 365, nos despreocupamos -en parte- del hardware. Esa es la primera virtud, y la más evidente: solo tenemos que acceder al escritorio remoto y trabajar como lo haríamos con un equipo convencional. La única diferencia será que, para usar la cámara web o el audio, dependemos del cliente de conexión a escritorio remoto que tengamos. Las propuestas oficiales de Microsoft, como Remote Desktop, lo permiten. Otras, como AnyDesk, a primera vista, parece que no aún de un modo claro.
En cualquier caso, la principal ventaja de Windows 365 es la facilidad que tiene una empresa para organizar una estrategia de trabajo que combine una parte presencial con una en remoto: en vez de mantener, configurar y gestionar una flota de equipos físicos, ofrece a los trabajadores instancias donde solo hay que coordinar licencias y control de acceso. Para empleados que no quieran ‘pegarse’ con el hardware es también útil.
Dependemos, eso sí, de que la conexión de internet sea óptima para que la experiencia de uso de Windows 365 sea ágil y fluida. En escenarios Enterprise, las ventajas de este servicio en la nube son más evidentes: si la empresa puede tramitar cientos de instancias de forma centralizada, el ahorro de tiempo que eso supone, así como la simplificación de las políticas de uso y acceso a los ‘equipos’ justifica su adquisición.
También dependemos de un dispositivo de acceso a Windows 365, como puede ser una tableta, un Chromebook o incluso un móvil.
¿Cuándo es mejor Windows 365 que la versión tradicional?
Los casos en los que Windows 365 es óptimo frente a soluciones tradicionales pasan por que el ahorro de tiempo y la simplificación en la gestión de equipos y licencias sea notable, pero habrá que mantener máquinas físicas. La fiabilidad de internet es muy alta y la disponibilidad de las conexiones es también elevada, pero si estamos, por ejemplo, en un viaje, no siempre tendremos conexión.
Microsoft prevé este escenario híbrido con un descuento sobre Windows 365 si ya tenemos un equipo con una licencia de Windows 10 Pro activa.
Con Windows 365, de todos modos, no tenemos acceso físico al equipo remoto, por lo que dependemos en última instancia de un dispositivo de entrada, ya sea una tableta, un móvil o un ordenador.
Si el equipo de acceso remoto es notablemente más manejable y ligero que el tradicional que estuviéramos usando, el uso de Windows 365 sería ventajoso. De todos modos, los portátiles delgados y ligeros actuales, como el ThinkPad X1 Yoga Gen 6, ofrecen un tamaño y peso muy comedidos sin que el rendimiento se resienta significativamente.
Para una situación de teletrabajo, Windows 365 es una propuesta que equivaldría al portátil de empresa. En vez de comprar uno, se daría al usuario una licencia con la que accedería desde su equipo personal, por ejemplo.
En grandes compañías, donde se implemente una estrategia de ‘puesto de trabajo como servicio’, Windows 365 es ventajoso si con ello se ahorra espacio físico, costes de mantenimiento, energéticos o en administración IT. La modalidad Enterprise permite esta coordinación centralizada de este sistema en la nube, y en estos escenarios los empleados suelen utilizar herramientas concretas que pueden instalarse con facilidad.
Windows 365, una propuesta interesante, aunque no para todos
Si Microsoft 365 es una propuesta madura y óptima para una gran mayoría de los usuarios de Office, Windows 365 aún es algo muy novedoso y, por sus funcionalidades, no es para todos los públicos. Tiene sus ventajas frente a equipos físicos en algunos casos, pero hay que mirar con lupa si la adopción de Windows 365 está exenta de letra pequeña.
En este sentido, por ejemplo, en un viaje de avión largo habrá muchas horas en las que el acceso a Windows 365 sea difícil o imposible. En una zona rural, la conexión a internet no siempre permitirá que la experiencia de uso sea fluida o incluso posible.
Es un paso adelante que corrobora la apuesta que Microsoft hace por la nube, pero de momento no es una alternativa que pueda adoptarse de forma generalizada frente a los equipos físicos y tangibles tradicionales.
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